
La inclusión educativa es el reconocimiento de los derechos de todos los niños, de todas las personas, no sólo de aquellos sujetos con necesidades educativas especiales, sino también de aquellas personas que están excluidas del sistema educativo, ya sea por sus características personales, culturales o sociales.
Estrategias docentes para la educación inclusiva.
La inclusión educativa es el reconocimiento de los derechos de todos los niños, de todas las personas, no sólo de aquellos sujetos con necesidades educativas especiales, sino también de aquellas personas que están excluidas del sistema educativo, ya sea por sus características personales, culturales o sociales.
Sostienen Ainscow y Hopkins (2015) que con la inclusión se propone el replanteamiento del concepto de necesidades educativas especiales y la necesidad de un cambio tendente a reconocer que las necesidades que experimentan algunos alumnos en el sistema educativo son el resultado de determinadas formas de organizar los centros y de las formas de enseñar planteadas por los mismos.
En opinión de Verdugo (2003), la integración educativa es un proceso que requiere abordar progresivamente la mejora de las condiciones educativas de los alumnos con necesidades especiales. Es un proceso largo que debe afrontar muchas dificultades, y debe ser planificado con criterios integrales y con una buena coordinación de las instituciones implicadas.
La inclusividad es un espacio donde se fusionan múltiples iniciativas y disciplinas, entre las que se encuentran la antropología, la sociología, la psicología y, por supuesto, la ciencia de la educación. La inclusión educativa declara un verdadero compromiso para eliminar la exclusión, educa a todos los estudiantes para que reconozcan y aprecien la diversidad, promueve la participación de todos los estudiantes y abre las escuelas a las familias, los niños y las comunidades.
En opinión de Escribano y Martínez (2016) el término inclusión se define de múltiples formas, no existiendo un significado concreto y único. Señala que este se usa en diferentes contextos para referirse a personas y fines distintos y apuntan: “Hoy hablamos de inclusión laboral, educativa, social o de las personas” (p. 15). Por lo tanto, la inclusión implica un proceso de participación igualitaria de los miembros de una sociedad en sus diferentes áreas: económica, política, cultural y educativa.
El término inclusión, desde la perspectiva educativa, es hacer efectivo para todos los sujetos el derecho a la educación, contemplando la igualdad de oportunidades, la eliminación de barreras para el aprendizaje y la participación en el contexto físico y social. Se está utilizando el término inclusión en el contexto internacional con la intención de demostrar una evolución en relación con el supuesto de la integración escolar. En opinión de Stainback y Jackson (2016) esto se debe a:
El concepto de inclusión consiste exactamente que los niños requieren ser incluidos en la vida social y educativa de los centros educativos del barrio, así como en la sociedad en sentido general, y no exclusivamente en las escuelas especiales.
En ese orden, el concepto integración se está abandonando, ya que la meta es incluir o envolver en la vida comunitaria y escolar al individuo o grupo de individuos que está evidentemente excluido de dicho ambiente. En tal sentido, el objetivo principal de la inclusión consiste en no dejar a nadie fuera de la escuela ordinaria, tanto educativa, física como socialmente.
Las escuelas inclusivas centran su atención en cómo erigir un sistema educativo que integre y además esté constituido para enfrentar las necesidades de los alumnos. Por tal motivo, no se concibe o acepta que las escuelas y aulas tradicionales, las cuales han sido constituidas para satisfacer las necesidades educativas de los alumnos “normales” o la mayoría, estén adecuadas para aquellos estudiantes con condiciones especiales y además estos puedan encajar en lo que ha estructurado para la mayoría.
Por el contrario, la integración de estos alumnos conlleva implícitamente que realmente estén incluidos y participen en la vida académica. En tal sentido, les corresponde al equipo administrativo y docente del centro educativo, adecuar dicho centro a las necesidades de todos sus alumnos.
Igualmente, existe un cambio en lo relacionado al planteamiento de ofrecer ayuda sólo a estudiantes con capacidades especiales. Por ende, el interés debe centrarse en apoyar a las necesidades de cada uno de sus miembros.
Continuando esta línea de reflexión, revisamos a continuación algunas de las principales definiciones de Inclusión Educativa. Booth (2017) uno de los principales representantes de la inclusión plantea que:
La participación en el proceso educativo implica ir más allá del acceso a dicho proceso. Consiste en aprender con otros, así como colaborar con ellos en el transcurso de las clases y las lecciones.
Supone una implicación activa con lo que se está aprendiendo y enseñando y cabría decir lo mismo con relación a la educación que se está experimentando. Pero la participación también implica ser reconocido por lo que uno es y ser aceptado por eso mismo.
En la misma vertiente, para Parrilla (2015) inclusión educativa significa “participar en la comunidad de todos, en términos que garanticen y respeten el derecho, no solo a estar o pertenecer, también a participar de forma activa, política y civilmente en la sociedad, en el aprendizaje, en la escuela” (p. 9).
El cambio hacia una educación inclusiva requiere de un vuelco total en la organización del aula. Uno de los aspectos clave para trabajar en un aula inclusiva lo constituye la disciplina; ésta debe entenderse como una condición imprescindible para la organización de las actividades de aprendizaje, pero nunca desde el mismo punto de vista que en un aula ordinaria, en la cual los alumnos participan poco o nada, so pena de que el profesor pierda el control del grupo.
En este sentido, se entiende que es necesario trabajar por una nueva cultura de aula, en la que todos participen en un clima agradable de trabajo, respeto y colaboración. Para ello el profesor debe planificar las actividades, teniendo en cuenta diferentes momentos, distintas estrategias y no abandonar a ninguno de sus alumnos.
Tomlinson (2015) menciona algunas condiciones para el trabajo en lo que ella llama aulas diferenciadas. En ese orden plantea que: “la diferencia implica que es posible diseñar clases donde las múltiples realidades de los educandos puedan afrontarse junto con las realidades curriculares” (p.10).
La autora hace un análisis de las principales características del trabajo en el aula, entre las destaca que:
La enseñanza diferenciada no es caótica, esta hace referencia al control de un aula donde se efectúen diversos trabajos de manera simultánea. Para ello, se recomienda, primeramente, que todos los educandos conozcan y respeten los requerimientos referidos al trabajo propuesto, donde el maestro también sea consecuente con su propia propuesta permitiendo un clima de trabajo en el que las voces de los alumnos sean señal no de indisciplina sino de participación.
No se trata tampoco de avanzar a los más inteligentes y dejar a los menos saltarse, los contenidos o dejar de hacer cosas porque no pueden, eso sería estancarse en sus diferencias, no trabajar con ellas. En este aspecto, aunque acierta en advertir sobre las consecuencias de aplicar criterios de adaptación curricular a partir del déficit encontrado, hace referencia en este punto a un trabajo que debe realizarse en colaboración con todos los implicados, entiéndase otros maestros, familia y los propios alumnos, evitando con esto el riesgo que señala.
No radica en planificar la clase para la totalidad de los educandos y realizar los cambios de manera reactiva, sino planear los contenidos de forma proactiva de modo que todos los puedan adquirir. Es importante que el maestro planifique su clase desde un punto de vista diferente al acostumbrado hasta hoy, tiene que ver con la observación de sus alumnos y lo que conoce de ellos, el manejo del tiempo, con los trabajos de colaboración, con la formación de los grupos de trabajo, previendo en su planificación las mejores oportunidades para todos en cuanto a los contenidos y en relación con el desarrollo personal de cada uno de sus alumnos.
Por su parte, Verdugo (2013) sostiene que la finalidad y principal aval de la puesta en marcha de la integración educativa se basa fundamentalmente en asumir que:
• Suministra oportunidades para todo el alumnado pueda aprender de manera efectiva en base a la interacción cotidiana entre ellos.
• Capacita a los educandos con capacidades especiales para la vida, así como para futuras profesiones en un contexto más representativo de la sociedad.
• Fomenta el desarrollo académico-social de los educandos con capacidades.
• Promueve la comprensión, aprecio y aceptación de las diferencias individuales.
• Fomenta el servicio para los alumnos carentes capacidades, y para educandos «en riesgo», sin estigmatizarlos.
• Difunde las habilidades de los educadores especiales dentro de la escuela y del currículo (p.6).
La integración escolar, si bien resulta un avance en la incorporación de los niños con necesidades educativas especiales a las escuelas de enseñanza regular, sin embargo, sujeta la incorporación de estos niños a las aulas por períodos de tiempo limitados o en todo caso siempre, con una atención especial y un tratamiento exclusivo, dadas sus discapacidades, con apoyos, recursos y trato diferenciado.
La enseñanza diferenciada es más cualitativa que cuantitativa. Aquí nos aclara que no es una cuestión de cantidad de tareas a realizar por alumno, sino el tipo de tarea que se propone. Esto es algo de suma importancia para el trabajo en un aula inclusiva, puesto que requiere del aprendizaje constante que debe tener el maestro de sus alumnos, de sus formas de aprender y, por tanto, de brindarles opciones que le sean interesantes, atractivas y que coadyuven a su crecimiento.
La enseñanza especial o diferenciada se basa en el diagnóstico. Es bueno resaltar que a través de la observación diaria el docente va conociendo a sus estudiantes, además puede estar en condiciones de efectuar un diagnóstico de cada uno de ellos, pero hay que aclarar que este no es inmutable sino todo lo contrario, por lo que el maestro debe reconocer el cambio en sus alumnos, los momentos de su desarrollo y compartir sus observaciones con los otros maestros, orientadores y la familia, antes de hacer cualquier tipo de valoración.
La enseñanza diferenciada proporciona múltiples enfoques del contenido, proceso y producto. En este punto la autora divide en tres partes el trabajo del aula: 1) el contenido, que visto desde la perspectiva de un aula diferenciada o inclusiva debe ser adaptado según las necesidades de los alumnos; 2) el proceso, es la forma en que se va a llevar a cabo la aprehensión de los contenidos; 3) las estrategias a utilizar para poder alcanzar la máxima intervención de todos de acuerdo sus características, las cuales deben ser variadas y múltiples en cuanto a tipo, tiempo y participantes.
La enseñanza diferenciada está centrada en el alumno. Es esencial en un aula inclusiva que la enseñanza no esté basada en el cumplimiento de un currículo, sino en lo que el alumno aprende del mismo. Por tanto, es necesario que el maestro indague acerca de los intereses de sus alumnos, sus conocimientos anteriores, sus experiencias de vida, los haga partícipes de su aprendizaje, y por tanto responsables del mismo, haciéndolo atractivo e interesante, tratando siempre de lograr la experiencia del descubrimiento de lo desconocido y la superación individual y colectiva.
La enseñanza diferenciada combina la enseñanza global, la grupal y la individual. Se trata de la utilización de múltiples estrategias, resumidas en lo que se transmite a la totalidad de los alumnos, lo que se propone para el trabajo en grupos o colaborativo, y al trabajo individual, Estas tres visiones del aprendizaje pueden concurrir independientemente una de otra, pero también pueden darse de manera simultánea, cuestión que contrasta plenamente con la práctica en un aula ordinaria en la que se prioriza la enseñanza global o hacia la totalidad de los alumnos.
En opinión de Ainscow (2015) esto apunta a la importancia de desarrollar una cultura escolar que promueva las actitudes positivas hacia el estudio y el desarrollo de la práctica, al referirse a las condiciones del trabajo en el aula, señala: relaciones auténticas, límites y expectativas, planificar para enseñar, un repertorio de modelos de enseñanza, colaboraciones pedagógicas y reflexión sobre la enseñanza. Las mismas son comentadas por Escribano y Martínez (2016):
Relaciones auténticas. Las relaciones genuinas entre educadores y estudiantes se fomentan cuando los docentes demuestran respeto y consideraciones positivas hacia sus estudiantes, cuando las relaciones se desarrollan en un entorno de equilibrado, mostrando coherencia, justicia, confianza mutua y prestando atención a las inquietudes de sus alumnos. Esto se logra cuando el profesor hace de sus clases espacios seguros, en donde el estudiante se puede expresar libremente, elegir y asumir riesgos, en fin, desarrollar su responsabilidad personal.
Límites y expectativas. Esta condición de la mejora está relacionada con la claridad de límites y expectativas en relación con la conducta del aprendiz, estableciendo un sistema de consecuencias que promuevan la autoestima y la autodisciplina.
Planificar para enseñar. Este aspecto tiene que ver con poder contar con planes de clases variados; la organización del aula adaptables a las necesidades y respuestas de los alumnos en clase. Las estrategias deben planificarse de manera que sean los propios alumnos quienes encuentren sentido a las actividades propuestas; además, los deberes para la casa son planificados con la finalidad de reforzar el aprendizaje de todos los alumnos.
Modelos de enseñanza. Los profesores cuentan con conjunto de métodos o estrategias de enseñanza y no utilizan un único modelo, donde se integran, además, las variadas forma o manera de aprendizaje de los estudiantes para lograr los objetivos de aprendizajes propuestos. La reflexión por parte del docente es continua y se sustenta de su propia intuición en cuanto a métodos y estrategias para poner práctica.
Colaboraciones pedagógicas. Esta condición hace referencia a la necesidad de trabajar en colaboración en el centro, promoviendo así el diálogo entre docentes acerca de la naturaleza de la enseñanza y la aplicación en el aula. Compartiendo así experiencias relativas a la selección y uso de estrategias, llegando incluso a colaborar entre sí para generar actividades de enseñanza compartida.
Reflexión sobre la enseñanza. Es la condición que se da para mejorar la escuela inclusiva, la cual hace referencia a la investigación y reflexión profesional. Se trata de conocer el progreso y el impacto de la innovación y el desarrollo de la clase. Esta incluye la recogida de información en la clase para la toma de decisiones de manera realistas y justas. Así mismo elige estrategias innovadoras para el análisis de los resultados de investigaciones relacionadas, además de participar en el análisis de datos, el control y el uso entre colegas.
El docente tiene un papel muy importante en el diseño y desarrollo de esta forma de cooperación para el aprendizaje. Su actuación antes y durante el proceso es esencial para que todos los alumnos aprendan. La formación de los grupos de trabajo no debe generarse espontáneamente; aunque la constitución de ellos debe ser producto del debate, el docente cuidará de la heterogeneidad de estos. La diversidad debe estar presente como condición incuestionable.
Un aula en la que los alumnos estén realizando trabajos en colaboración “debe mantener un clima natural de serenidad y espera” (Iglesias, 2017, p. 102). Los alumnos trabajan, colaboran, porque el tema exige de ellos su atención. Detallando brevemente algunas estrategias de trabajo cooperativo que favorecen la Inclusión como son, los talleres, los rincones y los proyectos:
Los talleres. La estrategia del taller está relacionada casi siempre con actividades manuales (Masip y Rigol, 2018) y puede existir en cualquier área del saber. El contraste entre un taller y los grupos de trabajo cooperativo consiste en que el taller es un sitio de reunión el cual convoca a los interesados en algún área específica (Poesía, Geometría, Teatro, Prosa, Historia), mientras que los segundos se organizan eventualmente.
Los Rincones. Esta es otra práctica aplicada generalmente en la educación preescolar, pero que no debe ser privativa de ésta, aunque de las estrategias mencionadas es la que más requiere del control docente, así como del manejo del tiempo. En los rincones, “diferentes estudiantes pueden estar de manera simultánea en espacios diferentes del aula, haciendo diferentes actividades, respecto a áreas o materias diferentes y con diferentes agrupamientos, diferentes materiales y diferentes metodologías” (Masip y Rigol, 2018, p. 31)
Los proyectos. Son las actividades que se planean a nivel institucional, las cuales responden al currículum, además, estas forman parte de la planeación del maestro en el aula y que demanda de recursos económicos o técnicos.
Por ende, un proyecto en primera instancia, debe ser pensado, analizado y sostenido por toda la comunidad educativa, es decir, maestros, personal administrativo, personal de apoyo, así como la familia.
Las estrategias que implementan los docentes en sus prácticas pedagógicas sobre el plan de educación inclusiva. Es la puesta en marcha del plan de educación Inclusiva para que todos tengan derecho a una educación equitativo y de calidad de acuerdo las necesidades individuales de los estudiantes:
Atención especial a los estudiantes con discapacidades físicas y psicológicas. La atención psicológica de niños o niñas con retos múltiples se considera todo un desafío en la práctica del docente y psicólogo escolar. Por lo general, presentan más conocimientos y formación académica acerca de estudiantes que presentan condiciones físicas, sociales y mentales similares, donde los programas de intervención varían según las características idiosincrásicas de cada estudiante, sin embargo, el lenguaje utilizado por el profesional, sus estrategias, enfoque de intervención, instrumentos de evaluación y procedimientos no varían demasiado (Muñoz, 2019).
La discapacidad es, de acuerdo con la CIF (OMS, 2001) una circunstancia de aspectos negativos de la interacción del individuo y sus factores contextuales, limitaciones de la actividad y restricciones sobre la participación, motivos por la que, la discapacidad, son causante de cierta exclusividad, debido a las limitaciones que puede presentar una persona para realizar actividades, sin considerar paralelamente, las condiciones del contexto.
Desde esta identificación se seguirá apreciando la discapacidad, en la tradicional visión de deficiencia adjetivo negativo y centrado en el individuo, cuando se debe valorar como solución a las dificultades, si se toman en cuenta los contextos con ayuda y apoyo de una comunidad de individuos comprometidos. Lo anterior, desde una perspectiva sociocultural y psicosocial individuo-contexto situación, que proporciona un marco inclusivo y de normalización, con valores de integración, aceptación y apoyo a sus miembros.
En el entorno educativo, la atención a los estudiantes con discapacidad se basa en los principios de regulación e inclusión, en proveer servicios y en el análisis de contextos, cuyo aspecto es continuo a lo largo y estructura del sistema educativo. En esta estructura y entorno educativo, la respuesta al estudiantado con discapacidad consta de dos frentes de actuación: primero, la atención a la evolución de sus capacidades e intereses, mediante los elementos de resarcimiento y adecuación curricular. Y en segundo plano, la facilitación de los componentes de acceso y dominio de circunstancias, a través de los cuales puedan lograr sin problemas, los mismos niveles de igualdad de sus compañeros.
Esta accesibilidad, se evidencia mediante ejercicios, cualidades, así como actitudes en el rompimiento de paredes psicológicas y físicas, en la constitución de acciones enfocadas a indemnizar la discapacidad y desarrollar la capacidad en los individuos. En consecuencia, la idea y el trabajo de un diseño inclusivo, forjando un entorno más accesible, lo cual resulta en una discapacidad inapreciable y en un mayor progreso de las capacidades de los individuos y de su calidad de vida, desarrollándose en un entorno respetuoso y justo de sus necesidades (Luque, Rodríguez y Romero, 2005).
Las necesidades educativas especiales (NEE), aunque regularmente se relacionan a restricciones o dificultades que condicionan el desarrollo y el aprendizaje de los estudiantes, no son un objeto diagnóstico, y mucho menos criterios exclusivos de mediación en la discapacidad o desventaja. Eso debería considerarse, una significación operativa de la respuesta educativa hacia cualquier persona, debido a estar en una situación y un proceso educativo.
Quizá, desde esta reflexión, pueda apreciarse su continuidad e integración en el término de necesidades específicas de apoyo educativo, término con el que se pretende abarcar toda la diversidad del alumnado, dentro de la mayor normalización. Si se toma esta consideración, no tiene sentido conservar la reiteración sobre la terminología de necesidades educativas especiales (NEE), las cuales están asociadas a discapacidad, dentro de la clasificación de necesidades específicas y apoyo educativo, ya que unas apoyan a las otras.
En tal sentido, se podría especificar: la discapacidad, para conceptuar así la relevancia de un adjetivo que obtiene su valor debido su relación con el contexto, tanto o más que a los individuos a la que la comunidad condiciona de manera individua.
En conformidad con todo ello, la valoración de cualquier estudiante con discapacidad sensorial y motora concretamente, lejos de admitir estigmatización o distinción por tal motivo, se debe poner de manifiesto no tanto sus limitaciones (las cuales marcan con frecuencia y de manera negativa la individualidad de las personas), como sus NEAE (necesidades específicas de apoyo educativo), las cuales podrán diferenciarse del grupo que presenta el «núcleo ordinario» de los estudiantes, en adecuaciones, recursos, apoyos, así como en componentes de ayuda y de resarcimiento en su desarrollo.
Promoción del sentido de pertenencia a los estudiantes con discapacidades. El sentimiento de pertenencia es un factor clave tanto en la educación como en la vida en general. Todos precisamos sentir que somos parte de una colectividad ya que permite sentirnos acompañados por nuestros semejantes, lo cual nos ayuda con el desarrollo de nuestra identidad.
La escuela no es solo una institución de formación académica, sino que también es un espacio afectivo en el que niñas/os y jóvenes se forman como personas. En los primeros años de escolaridad, y durante la adolescencia, es primordial sentirse que forma parte de un todo y recibir el apoyo tanto de padres como de educadores. Esto permitirá que tanto los estudiantes como los docentes aprendan más y que se cree un ambiente apto para el desarrollo de ideas, acciones y actitudes.
El sentimiento de pertenencia puede influenciar significativamente en el aprendizaje. Cabe destacar que la identidad no nace espontáneamente, sino que se desarrolla a partir de la cultura, el entorno social, así como en la participación en una o diversas sociedades.
El sentido de pertenencia en los centros educativos es el grado en cual los alumnos se sienten aceptados, respetados y apoyados, tanto por docentes como por los compañeros. En ese orden, se ha relacionado con la atención y el esfuerzo de los estudiantes en clase, su perseverancia y la ejecución de las actividades del proceso de aprendizaje. Comprender el sentido de pertenencia es importante para los educadores. Le permite planificar prácticas efectivas para apoyar a los estudiantes, tanto en el aula como en la escuela en general.
Trato equitativo a todos los estudiantes. El sector educativo tiene la posibilidad de fomentar procesos hacia una vida social más cohesionada. La educación es un auto derecho, el cual hace hábil para cultivar otros derechos para una vida; lo cual forja la vía hacia una sociedad más inclusiva y justa.
Aunque la educación no garantiza una atmósfera de prosperidad, bienestar y estabilidad, sin educación, acercarse a ese norte sería mucho más difícil, ya que esta proporciona mayores recursos para acercarse y desempeñarse en los procesos de productividad y para alcanzar el desarrollo de una vida plena en sociedades cada vez más complejas, donde la escuela conserva un lugar de privilegio.
La educación equitativa e inclusiva busca atender las necesidades de aprendizaje de todas las personas niños, jóvenes y adultos, con especial énfasis en aquellas que son vulnerables y vulneradas por la marginación y la discriminación.
Hay varios tipos de educación equitativa e inclusiva, que no son excluyentes entre ellos:Como ubicación: asegurar que haya acceso a escuelas y clases regulares. Como educación para todos: reconocer las diferencias en las características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje.
Fuente
Ainscow, M. (2015). Necesidades especiales en el aula. Guía para la formación del profesorado. Madrid: UNESCO-Narcea.
Stainback, S. y Stainback, W. (2007). Aulas Inclusivas. Madrid: Narcea.
Parrilla, A. (2015). Acerca del origen y sentido de la educación inclusiva. Revista de Educación, 327, 11-29.
Booth, T. & Ainscow. M. (2017). Guía para la evaluación y mejora de la educación inclusiva. Index for Inclusión. Madrid: Consorcio Universitario para la Educación Inclusiva.
Tomlinson, C.A. (2015). Estrategias para trabajar con la diversidad en el aula. Buenos Aires: Paidós.
Masip, M. & Rigol, A. (2018). El aula escenario de la diversidad. En Aldámiz, M. M. (2009). ¿Cómo Hacerlo?: Propuestas para educar en la diversidad. Barcelona: Graó.
Iglesias, L. (2017). Confieso que he enseñado. Argentina: Educación Papers Editores.
Muñoz, V. (2019). El derecho a la educación de las personas con discapacidad. Informe del relator especial sobre el derecho a la educación. Consejo de Derechos Humanos, ONU.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2001). Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Ginebra: Ediciones OMS.
La inclusión educativa es el reconocimiento de los derechos de todos los niños, de todas las personas, no sólo de aquellos sujetos con necesidades educativas especiales, sino también de aquellas personas que están excluidas del sistema educativo, ya sea por sus características personales, culturales o sociales.
Sostienen Ainscow y Hopkins (2015) que con la inclusión se propone el replanteamiento del concepto de necesidades educativas especiales y la necesidad de un cambio tendente a reconocer que las necesidades que experimentan algunos alumnos en el sistema educativo son el resultado de determinadas formas de organizar los centros y de las formas de enseñar planteadas por los mismos.
En opinión de Verdugo (2003), la integración educativa es un proceso que requiere abordar progresivamente la mejora de las condiciones educativas de los alumnos con necesidades especiales. Es un proceso largo que debe afrontar muchas dificultades, y debe ser planificado con criterios integrales y con una buena coordinación de las instituciones implicadas.
La inclusividad es un espacio donde se fusionan múltiples iniciativas y disciplinas, entre las que se encuentran la antropología, la sociología, la psicología y, por supuesto, la ciencia de la educación. La inclusión educativa declara un verdadero compromiso para eliminar la exclusión, educa a todos los estudiantes para que reconozcan y aprecien la diversidad, promueve la participación de todos los estudiantes y abre las escuelas a las familias, los niños y las comunidades.
En opinión de Escribano y Martínez (2016) el término inclusión se define de múltiples formas, no existiendo un significado concreto y único. Señala que este se usa en diferentes contextos para referirse a personas y fines distintos y apuntan: “Hoy hablamos de inclusión laboral, educativa, social o de las personas” (p. 15). Por lo tanto, la inclusión implica un proceso de participación igualitaria de los miembros de una sociedad en sus diferentes áreas: económica, política, cultural y educativa.
El término inclusión, desde la perspectiva educativa, es hacer efectivo para todos los sujetos el derecho a la educación, contemplando la igualdad de oportunidades, la eliminación de barreras para el aprendizaje y la participación en el contexto físico y social. Se está utilizando el término inclusión en el contexto internacional con la intención de demostrar una evolución en relación con el supuesto de la integración escolar. En opinión de Stainback y Jackson (2016) esto se debe a:
El concepto de inclusión consiste exactamente que los niños requieren ser incluidos en la vida social y educativa de los centros educativos del barrio, así como en la sociedad en sentido general, y no exclusivamente en las escuelas especiales.
En ese orden, el concepto integración se está abandonando, ya que la meta es incluir o envolver en la vida comunitaria y escolar al individuo o grupo de individuos que está evidentemente excluido de dicho ambiente. En tal sentido, el objetivo principal de la inclusión consiste en no dejar a nadie fuera de la escuela ordinaria, tanto educativa, física como socialmente.
Las escuelas inclusivas centran su atención en cómo erigir un sistema educativo que integre y además esté constituido para enfrentar las necesidades de los alumnos. Por tal motivo, no se concibe o acepta que las escuelas y aulas tradicionales, las cuales han sido constituidas para satisfacer las necesidades educativas de los alumnos “normales” o la mayoría, estén adecuadas para aquellos estudiantes con condiciones especiales y además estos puedan encajar en lo que ha estructurado para la mayoría.
Por el contrario, la integración de estos alumnos conlleva implícitamente que realmente estén incluidos y participen en la vida académica. En tal sentido, les corresponde al equipo administrativo y docente del centro educativo, adecuar dicho centro a las necesidades de todos sus alumnos.
Igualmente, existe un cambio en lo relacionado al planteamiento de ofrecer ayuda sólo a estudiantes con capacidades especiales. Por ende, el interés debe centrarse en apoyar a las necesidades de cada uno de sus miembros.
Continuando esta línea de reflexión, revisamos a continuación algunas de las principales definiciones de Inclusión Educativa. Booth (2017) uno de los principales representantes de la inclusión plantea que:
La participación en el proceso educativo implica ir más allá del acceso a dicho proceso. Consiste en aprender con otros, así como colaborar con ellos en el transcurso de las clases y las lecciones.
Supone una implicación activa con lo que se está aprendiendo y enseñando y cabría decir lo mismo con relación a la educación que se está experimentando. Pero la participación también implica ser reconocido por lo que uno es y ser aceptado por eso mismo.
En la misma vertiente, para Parrilla (2015) inclusión educativa significa “participar en la comunidad de todos, en términos que garanticen y respeten el derecho, no solo a estar o pertenecer, también a participar de forma activa, política y civilmente en la sociedad, en el aprendizaje, en la escuela” (p. 9).
El cambio hacia una educación inclusiva requiere de un vuelco total en la organización del aula. Uno de los aspectos clave para trabajar en un aula inclusiva lo constituye la disciplina; ésta debe entenderse como una condición imprescindible para la organización de las actividades de aprendizaje, pero nunca desde el mismo punto de vista que en un aula ordinaria, en la cual los alumnos participan poco o nada, so pena de que el profesor pierda el control del grupo.
En este sentido, se entiende que es necesario trabajar por una nueva cultura de aula, en la que todos participen en un clima agradable de trabajo, respeto y colaboración. Para ello el profesor debe planificar las actividades, teniendo en cuenta diferentes momentos, distintas estrategias y no abandonar a ninguno de sus alumnos.
Tomlinson (2015) menciona algunas condiciones para el trabajo en lo que ella llama aulas diferenciadas. En ese orden plantea que: “la diferencia implica que es posible diseñar clases donde las múltiples realidades de los educandos puedan afrontarse junto con las realidades curriculares” (p.10).
La autora hace un análisis de las principales características del trabajo en el aula, entre las destaca que:
La enseñanza diferenciada no es caótica, esta hace referencia al control de un aula donde se efectúen diversos trabajos de manera simultánea. Para ello, se recomienda, primeramente, que todos los educandos conozcan y respeten los requerimientos referidos al trabajo propuesto, donde el maestro también sea consecuente con su propia propuesta permitiendo un clima de trabajo en el que las voces de los alumnos sean señal no de indisciplina sino de participación.
No se trata tampoco de avanzar a los más inteligentes y dejar a los menos saltarse, los contenidos o dejar de hacer cosas porque no pueden, eso sería estancarse en sus diferencias, no trabajar con ellas. En este aspecto, aunque acierta en advertir sobre las consecuencias de aplicar criterios de adaptación curricular a partir del déficit encontrado, hace referencia en este punto a un trabajo que debe realizarse en colaboración con todos los implicados, entiéndase otros maestros, familia y los propios alumnos, evitando con esto el riesgo que señala.
No radica en planificar la clase para la totalidad de los educandos y realizar los cambios de manera reactiva, sino planear los contenidos de forma proactiva de modo que todos los puedan adquirir. Es importante que el maestro planifique su clase desde un punto de vista diferente al acostumbrado hasta hoy, tiene que ver con la observación de sus alumnos y lo que conoce de ellos, el manejo del tiempo, con los trabajos de colaboración, con la formación de los grupos de trabajo, previendo en su planificación las mejores oportunidades para todos en cuanto a los contenidos y en relación con el desarrollo personal de cada uno de sus alumnos.
Por su parte, Verdugo (2013) sostiene que la finalidad y principal aval de la puesta en marcha de la integración educativa se basa fundamentalmente en asumir que:
• Suministra oportunidades para todo el alumnado pueda aprender de manera efectiva en base a la interacción cotidiana entre ellos.
• Capacita a los educandos con capacidades especiales para la vida, así como para futuras profesiones en un contexto más representativo de la sociedad.
• Fomenta el desarrollo académico-social de los educandos con capacidades.
• Promueve la comprensión, aprecio y aceptación de las diferencias individuales.
• Fomenta el servicio para los alumnos carentes capacidades, y para educandos «en riesgo», sin estigmatizarlos.
• Difunde las habilidades de los educadores especiales dentro de la escuela y del currículo (p.6).
La integración escolar, si bien resulta un avance en la incorporación de los niños con necesidades educativas especiales a las escuelas de enseñanza regular, sin embargo, sujeta la incorporación de estos niños a las aulas por períodos de tiempo limitados o en todo caso siempre, con una atención especial y un tratamiento exclusivo, dadas sus discapacidades, con apoyos, recursos y trato diferenciado.
La enseñanza diferenciada es más cualitativa que cuantitativa. Aquí nos aclara que no es una cuestión de cantidad de tareas a realizar por alumno, sino el tipo de tarea que se propone. Esto es algo de suma importancia para el trabajo en un aula inclusiva, puesto que requiere del aprendizaje constante que debe tener el maestro de sus alumnos, de sus formas de aprender y, por tanto, de brindarles opciones que le sean interesantes, atractivas y que coadyuven a su crecimiento.
La enseñanza especial o diferenciada se basa en el diagnóstico. Es bueno resaltar que a través de la observación diaria el docente va conociendo a sus estudiantes, además puede estar en condiciones de efectuar un diagnóstico de cada uno de ellos, pero hay que aclarar que este no es inmutable sino todo lo contrario, por lo que el maestro debe reconocer el cambio en sus alumnos, los momentos de su desarrollo y compartir sus observaciones con los otros maestros, orientadores y la familia, antes de hacer cualquier tipo de valoración.
La enseñanza diferenciada proporciona múltiples enfoques del contenido, proceso y producto. En este punto la autora divide en tres partes el trabajo del aula: 1) el contenido, que visto desde la perspectiva de un aula diferenciada o inclusiva debe ser adaptado según las necesidades de los alumnos; 2) el proceso, es la forma en que se va a llevar a cabo la aprehensión de los contenidos; 3) las estrategias a utilizar para poder alcanzar la máxima intervención de todos de acuerdo sus características, las cuales deben ser variadas y múltiples en cuanto a tipo, tiempo y participantes.
La enseñanza diferenciada está centrada en el alumno. Es esencial en un aula inclusiva que la enseñanza no esté basada en el cumplimiento de un currículo, sino en lo que el alumno aprende del mismo. Por tanto, es necesario que el maestro indague acerca de los intereses de sus alumnos, sus conocimientos anteriores, sus experiencias de vida, los haga partícipes de su aprendizaje, y por tanto responsables del mismo, haciéndolo atractivo e interesante, tratando siempre de lograr la experiencia del descubrimiento de lo desconocido y la superación individual y colectiva.
La enseñanza diferenciada combina la enseñanza global, la grupal y la individual. Se trata de la utilización de múltiples estrategias, resumidas en lo que se transmite a la totalidad de los alumnos, lo que se propone para el trabajo en grupos o colaborativo, y al trabajo individual, Estas tres visiones del aprendizaje pueden concurrir independientemente una de otra, pero también pueden darse de manera simultánea, cuestión que contrasta plenamente con la práctica en un aula ordinaria en la que se prioriza la enseñanza global o hacia la totalidad de los alumnos.
En opinión de Ainscow (2015) esto apunta a la importancia de desarrollar una cultura escolar que promueva las actitudes positivas hacia el estudio y el desarrollo de la práctica, al referirse a las condiciones del trabajo en el aula, señala: relaciones auténticas, límites y expectativas, planificar para enseñar, un repertorio de modelos de enseñanza, colaboraciones pedagógicas y reflexión sobre la enseñanza. Las mismas son comentadas por Escribano y Martínez (2016):
Relaciones auténticas. Las relaciones genuinas entre educadores y estudiantes se fomentan cuando los docentes demuestran respeto y consideraciones positivas hacia sus estudiantes, cuando las relaciones se desarrollan en un entorno de equilibrado, mostrando coherencia, justicia, confianza mutua y prestando atención a las inquietudes de sus alumnos. Esto se logra cuando el profesor hace de sus clases espacios seguros, en donde el estudiante se puede expresar libremente, elegir y asumir riesgos, en fin, desarrollar su responsabilidad personal.
Límites y expectativas. Esta condición de la mejora está relacionada con la claridad de límites y expectativas en relación con la conducta del aprendiz, estableciendo un sistema de consecuencias que promuevan la autoestima y la autodisciplina.
Planificar para enseñar. Este aspecto tiene que ver con poder contar con planes de clases variados; la organización del aula adaptables a las necesidades y respuestas de los alumnos en clase. Las estrategias deben planificarse de manera que sean los propios alumnos quienes encuentren sentido a las actividades propuestas; además, los deberes para la casa son planificados con la finalidad de reforzar el aprendizaje de todos los alumnos.
Modelos de enseñanza. Los profesores cuentan con conjunto de métodos o estrategias de enseñanza y no utilizan un único modelo, donde se integran, además, las variadas forma o manera de aprendizaje de los estudiantes para lograr los objetivos de aprendizajes propuestos. La reflexión por parte del docente es continua y se sustenta de su propia intuición en cuanto a métodos y estrategias para poner práctica.
Colaboraciones pedagógicas. Esta condición hace referencia a la necesidad de trabajar en colaboración en el centro, promoviendo así el diálogo entre docentes acerca de la naturaleza de la enseñanza y la aplicación en el aula. Compartiendo así experiencias relativas a la selección y uso de estrategias, llegando incluso a colaborar entre sí para generar actividades de enseñanza compartida.
Reflexión sobre la enseñanza. Es la condición que se da para mejorar la escuela inclusiva, la cual hace referencia a la investigación y reflexión profesional. Se trata de conocer el progreso y el impacto de la innovación y el desarrollo de la clase. Esta incluye la recogida de información en la clase para la toma de decisiones de manera realistas y justas. Así mismo elige estrategias innovadoras para el análisis de los resultados de investigaciones relacionadas, además de participar en el análisis de datos, el control y el uso entre colegas.
El docente tiene un papel muy importante en el diseño y desarrollo de esta forma de cooperación para el aprendizaje. Su actuación antes y durante el proceso es esencial para que todos los alumnos aprendan. La formación de los grupos de trabajo no debe generarse espontáneamente; aunque la constitución de ellos debe ser producto del debate, el docente cuidará de la heterogeneidad de estos. La diversidad debe estar presente como condición incuestionable.
Un aula en la que los alumnos estén realizando trabajos en colaboración “debe mantener un clima natural de serenidad y espera” (Iglesias, 2017, p. 102). Los alumnos trabajan, colaboran, porque el tema exige de ellos su atención. Detallando brevemente algunas estrategias de trabajo cooperativo que favorecen la Inclusión como son, los talleres, los rincones y los proyectos:
Los talleres. La estrategia del taller está relacionada casi siempre con actividades manuales (Masip y Rigol, 2018) y puede existir en cualquier área del saber. El contraste entre un taller y los grupos de trabajo cooperativo consiste en que el taller es un sitio de reunión el cual convoca a los interesados en algún área específica (Poesía, Geometría, Teatro, Prosa, Historia), mientras que los segundos se organizan eventualmente.
Los Rincones. Esta es otra práctica aplicada generalmente en la educación preescolar, pero que no debe ser privativa de ésta, aunque de las estrategias mencionadas es la que más requiere del control docente, así como del manejo del tiempo. En los rincones, “diferentes estudiantes pueden estar de manera simultánea en espacios diferentes del aula, haciendo diferentes actividades, respecto a áreas o materias diferentes y con diferentes agrupamientos, diferentes materiales y diferentes metodologías” (Masip y Rigol, 2018, p. 31)
Los proyectos. Son las actividades que se planean a nivel institucional, las cuales responden al currículum, además, estas forman parte de la planeación del maestro en el aula y que demanda de recursos económicos o técnicos.
Por ende, un proyecto en primera instancia, debe ser pensado, analizado y sostenido por toda la comunidad educativa, es decir, maestros, personal administrativo, personal de apoyo, así como la familia.
Las estrategias que implementan los docentes en sus prácticas pedagógicas sobre el plan de educación inclusiva. Es la puesta en marcha del plan de educación Inclusiva para que todos tengan derecho a una educación equitativo y de calidad de acuerdo las necesidades individuales de los estudiantes:
Atención especial a los estudiantes con discapacidades físicas y psicológicas. La atención psicológica de niños o niñas con retos múltiples se considera todo un desafío en la práctica del docente y psicólogo escolar. Por lo general, presentan más conocimientos y formación académica acerca de estudiantes que presentan condiciones físicas, sociales y mentales similares, donde los programas de intervención varían según las características idiosincrásicas de cada estudiante, sin embargo, el lenguaje utilizado por el profesional, sus estrategias, enfoque de intervención, instrumentos de evaluación y procedimientos no varían demasiado (Muñoz, 2019).
La discapacidad es, de acuerdo con la CIF (OMS, 2001) una circunstancia de aspectos negativos de la interacción del individuo y sus factores contextuales, limitaciones de la actividad y restricciones sobre la participación, motivos por la que, la discapacidad, son causante de cierta exclusividad, debido a las limitaciones que puede presentar una persona para realizar actividades, sin considerar paralelamente, las condiciones del contexto.
Desde esta identificación se seguirá apreciando la discapacidad, en la tradicional visión de deficiencia adjetivo negativo y centrado en el individuo, cuando se debe valorar como solución a las dificultades, si se toman en cuenta los contextos con ayuda y apoyo de una comunidad de individuos comprometidos. Lo anterior, desde una perspectiva sociocultural y psicosocial individuo-contexto situación, que proporciona un marco inclusivo y de normalización, con valores de integración, aceptación y apoyo a sus miembros.
En el entorno educativo, la atención a los estudiantes con discapacidad se basa en los principios de regulación e inclusión, en proveer servicios y en el análisis de contextos, cuyo aspecto es continuo a lo largo y estructura del sistema educativo. En esta estructura y entorno educativo, la respuesta al estudiantado con discapacidad consta de dos frentes de actuación: primero, la atención a la evolución de sus capacidades e intereses, mediante los elementos de resarcimiento y adecuación curricular. Y en segundo plano, la facilitación de los componentes de acceso y dominio de circunstancias, a través de los cuales puedan lograr sin problemas, los mismos niveles de igualdad de sus compañeros.
Esta accesibilidad, se evidencia mediante ejercicios, cualidades, así como actitudes en el rompimiento de paredes psicológicas y físicas, en la constitución de acciones enfocadas a indemnizar la discapacidad y desarrollar la capacidad en los individuos. En consecuencia, la idea y el trabajo de un diseño inclusivo, forjando un entorno más accesible, lo cual resulta en una discapacidad inapreciable y en un mayor progreso de las capacidades de los individuos y de su calidad de vida, desarrollándose en un entorno respetuoso y justo de sus necesidades (Luque, Rodríguez y Romero, 2005).
Las necesidades educativas especiales (NEE), aunque regularmente se relacionan a restricciones o dificultades que condicionan el desarrollo y el aprendizaje de los estudiantes, no son un objeto diagnóstico, y mucho menos criterios exclusivos de mediación en la discapacidad o desventaja. Eso debería considerarse, una significación operativa de la respuesta educativa hacia cualquier persona, debido a estar en una situación y un proceso educativo.
Quizá, desde esta reflexión, pueda apreciarse su continuidad e integración en el término de necesidades específicas de apoyo educativo, término con el que se pretende abarcar toda la diversidad del alumnado, dentro de la mayor normalización. Si se toma esta consideración, no tiene sentido conservar la reiteración sobre la terminología de necesidades educativas especiales (NEE), las cuales están asociadas a discapacidad, dentro de la clasificación de necesidades específicas y apoyo educativo, ya que unas apoyan a las otras.
En tal sentido, se podría especificar: la discapacidad, para conceptuar así la relevancia de un adjetivo que obtiene su valor debido su relación con el contexto, tanto o más que a los individuos a la que la comunidad condiciona de manera individua.
En conformidad con todo ello, la valoración de cualquier estudiante con discapacidad sensorial y motora concretamente, lejos de admitir estigmatización o distinción por tal motivo, se debe poner de manifiesto no tanto sus limitaciones (las cuales marcan con frecuencia y de manera negativa la individualidad de las personas), como sus NEAE (necesidades específicas de apoyo educativo), las cuales podrán diferenciarse del grupo que presenta el «núcleo ordinario» de los estudiantes, en adecuaciones, recursos, apoyos, así como en componentes de ayuda y de resarcimiento en su desarrollo.
Promoción del sentido de pertenencia a los estudiantes con discapacidades. El sentimiento de pertenencia es un factor clave tanto en la educación como en la vida en general. Todos precisamos sentir que somos parte de una colectividad ya que permite sentirnos acompañados por nuestros semejantes, lo cual nos ayuda con el desarrollo de nuestra identidad.
La escuela no es solo una institución de formación académica, sino que también es un espacio afectivo en el que niñas/os y jóvenes se forman como personas. En los primeros años de escolaridad, y durante la adolescencia, es primordial sentirse que forma parte de un todo y recibir el apoyo tanto de padres como de educadores. Esto permitirá que tanto los estudiantes como los docentes aprendan más y que se cree un ambiente apto para el desarrollo de ideas, acciones y actitudes.
El sentimiento de pertenencia puede influenciar significativamente en el aprendizaje. Cabe destacar que la identidad no nace espontáneamente, sino que se desarrolla a partir de la cultura, el entorno social, así como en la participación en una o diversas sociedades.
El sentido de pertenencia en los centros educativos es el grado en cual los alumnos se sienten aceptados, respetados y apoyados, tanto por docentes como por los compañeros. En ese orden, se ha relacionado con la atención y el esfuerzo de los estudiantes en clase, su perseverancia y la ejecución de las actividades del proceso de aprendizaje. Comprender el sentido de pertenencia es importante para los educadores. Le permite planificar prácticas efectivas para apoyar a los estudiantes, tanto en el aula como en la escuela en general.
Trato equitativo a todos los estudiantes. El sector educativo tiene la posibilidad de fomentar procesos hacia una vida social más cohesionada. La educación es un auto derecho, el cual hace hábil para cultivar otros derechos para una vida; lo cual forja la vía hacia una sociedad más inclusiva y justa.
Aunque la educación no garantiza una atmósfera de prosperidad, bienestar y estabilidad, sin educación, acercarse a ese norte sería mucho más difícil, ya que esta proporciona mayores recursos para acercarse y desempeñarse en los procesos de productividad y para alcanzar el desarrollo de una vida plena en sociedades cada vez más complejas, donde la escuela conserva un lugar de privilegio.
La educación equitativa e inclusiva busca atender las necesidades de aprendizaje de todas las personas niños, jóvenes y adultos, con especial énfasis en aquellas que son vulnerables y vulneradas por la marginación y la discriminación.
Hay varios tipos de educación equitativa e inclusiva, que no son excluyentes entre ellos:Como ubicación: asegurar que haya acceso a escuelas y clases regulares. Como educación para todos: reconocer las diferencias en las características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje.
Fuente
Ainscow, M. (2015). Necesidades especiales en el aula. Guía para la formación del profesorado. Madrid: UNESCO-Narcea.
Stainback, S. y Stainback, W. (2007). Aulas Inclusivas. Madrid: Narcea.
Parrilla, A. (2015). Acerca del origen y sentido de la educación inclusiva. Revista de Educación, 327, 11-29.
Booth, T. & Ainscow. M. (2017). Guía para la evaluación y mejora de la educación inclusiva. Index for Inclusión. Madrid: Consorcio Universitario para la Educación Inclusiva.
Tomlinson, C.A. (2015). Estrategias para trabajar con la diversidad en el aula. Buenos Aires: Paidós.
Masip, M. & Rigol, A. (2018). El aula escenario de la diversidad. En Aldámiz, M. M. (2009). ¿Cómo Hacerlo?: Propuestas para educar en la diversidad. Barcelona: Graó.
Iglesias, L. (2017). Confieso que he enseñado. Argentina: Educación Papers Editores.
Muñoz, V. (2019). El derecho a la educación de las personas con discapacidad. Informe del relator especial sobre el derecho a la educación. Consejo de Derechos Humanos, ONU.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2001). Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Ginebra: Ediciones OMS.