INTRODUCCIÓN
El carácter es la expresión que idiomáticamente alude a aquello que individualiza una persona, de modo que puede clasificarse como aquellos componentes que expresan de una manera más individualizada y distintiva del modo de ser y comportarse de una persona en particular.
Significa marca (grabado), sugiere una cosa profunda y fija, tal vez innata, una estructura básica. El carácter es un componente que se ve fuertemente influido por el ambiente, la cultura, la educación, el entorno social y familiar, el núcleo de amistades o de trabajo, etc.
El análisis del carácter de Jesucristo requeriría un volumen aparte. Sólo podemos trazar aquí sumariamente algunos rasgos, como su fortaleza, su ternura, su libertad, su santidad admirable, etc.
DESARROLLO
Personalidad de Jesucristo
La personalidad es el conjunto de características físicas, genéticas y sociales que reúne un individuo, y que lo hacen diferente y único respecto del resto de los individuos.
Al hablar ahora de la personalidad de Jesucristo, debemos entender que el rasgo más importante su personalidad está marcada por la fidelidad a su misión. Jesús tiene una meta, un ideal, una entrega, y los sigue hasta el fin. Nada lo aparta de su misión, ni los fracasos, ni las incomprensiones, ni la soledad, ni el alejamiento de sus amigos y discípulos, ni la cruz, ni la tentación que lo acosó a través de su vida pública, de utilizar su poder divino en la realización de su misión. El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:6-7).
Otro rasgo muy importante de la personalidad de Jesús era que poseía también una gracia inimitable que resplandecía en todo su ser y obrar y que encarnaba la verdad de tal forma y en tal grado, que toda su vida estaba caracterizada por una realidad total, sincera y genuina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14).
El equilibrio psíquico-moral de Jesús
Los que escribieron sobre la vida de Jesús, inspirados por Dios, nos presentan, dentro de la sincera sobriedad de sus relatos, algo así como un cuadro de perfección, sin extenderse. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas (Lucas 3:47).
La coexistencia de contrarios difíciles de compaginar dentro de un ser humano, nos da también la medida del carácter sobrehumano de Jesucristo. Unir a un mismo tiempo, en una misma persona, fortaleza y prudencia, ternura y coraje, amor y pureza, etc., sólo es dado a los grandes paradigmas de rectitud moral y de equilibrio psicofísico. Unir todos los contrarios virtuosos en perfecta conjugación es propio exclusivamente del Dios-Hombre.
El equilibrio psicofísico de Jesús
Hay quienes se han atrevido a tachar a Jesús de homosexual, quizá por lo del discípulo amado, ignorando que el verbo griego indica amor superior, celestial, no el eros de la concupiscencia, ya que a Jesús también le solían acompañar mujeres, quienes le cuidaban y servían.
Por otra parte, es falsa y distorsionada la imagen que de su relación con la Magdalena nos han presentado biografías y filmes, como si se tratara de dos amantes cualesquiera. No hay un atisbo siquiera, en el texto sagrado, que dé pie a tachar a Jesús ni de lo primero ni de lo segundo.
Como perfecto reflejo del Padre, Jesús unía en sí todo lo mejor de la virilidad y de la femineidad: cabeza y corazón, raciocinio y sentimiento, iniciativa y receptividad; era el hombre total, sin ser hermafrodita: la perfecta imagen y semejanza de Dios. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre (Juan. 14:9).
¿Por qué no se casó Jesús?
La respuesta a esta pregunta es sencilla, y es que Jesús es Dios encarnado, es decir echo hombre para cumplir con la misión específica de redimir la humanidad. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1). Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… (Juan 1:14). Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).
No debemos olvidar que a pesar de que Jesús era hombre, también era Dios, muy superior a los ángeles, en los cuales no existe la necesidad de casamiento como en los humanos naturales. Tampoco nosotros después de la resurrección tendremos tal necesidad. Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos (Marcos 12:25).
Libertad de Jesucristo.
Jesucristo, como ya dijimos en otro lugar al hablar de su voluntad humana, poseía perfecta libertad verdadera, pues su constitución psicofísica era perfecta.
CONCLUSIÓN
Al concluir este trabajo podemos decir que hay tres elementos combinados (emotividad, actividad y resonancia) que determinan nuestro carácter personal. Los hechos de la vida, lo que aprendemos y creemos, lo que experimentamos, van dejando huella (como una marca) en nuestra manera de ser. No siempre, el carácter personal corresponde a lo que Dios quiere que seamos. De allí la necesidad de aprender el carácter de Jesucristo, quien es el hombre nuevo y el modelo excelente.
Cuando el apóstol Pablo dice: Con Cristo estoy juntamente crucificado, no vivo yo más vive Cristo en mí (Gálatas 2.20), se refiere a que la marca de Cristo está en él, y la voluntad de Pablo ha sido cambiada por la voluntad de
Dios.
El carácter se forma en el camino de la cruz, por eso Pablo decía que él llevaba las marcas de Cristo. Nadie que quiera tener el carácter de Cristo podrá aspirar a evitar el camino del sufrimiento y de la negación. Ya no vivimos conforme a mi carácter dañado, sino que busco que el carácter de Jesucristo sea formado en mí.